La madrugada del 27 de octubre en la vieja entrada de Puebla desde Atlixco, por la Federal, a un grupo de "quien sabe qué" se le ocurrió balacear hasta la muerte a tres policías municipales de esta Puebla y a un policía de San Andrés Cholula, herir a un civil, a otro policía más y desaparecer en las calles, según algunas versiones periodísticas tras una persecución sin frutos.
Los "quien sabe qué", ¿metieron el 'Bora' a un garage de pintura de rápido secado o cómo lograron escapar y librarse de, mínimo, las tres estrellas de persecución?
Los periódicos no responden. Quizá lo hagan en la semana. Quizá no.
A diferencia de aquel Videojuego de RockStar, aquí los policías no son anónimos, no son seres desechables de polígonos, sin nombre. Amador Hernández Gaspar, Jesús Sánchez Luna, Federico Bonilla Ramírez y José Eduardo Ramírez Trujeque tenían vidas, familias y cuerpos que dejan atrás y no desaparecerán con el paso de los minutos.
A lo mejor es una exageración señalar solamente a Puebla, cuando a lo largo de estos dos años (mínimo) en muchas otras ciudades de esta República Mexicana, escenas parecidas se han desarrollado, una y otra vez, sin que nada pueda pararlas.
Lo terrible es comprobar como uno no termina por escribir nada hasta que siente como ya le va llegando cerca el fuego.
El verdadero periodismo, puede consultarse por acá:
- La Jornada (desde ahí fue traida la foto)
- Milenio Puebla
- La Crónica de hoy
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